viernes, 19 de febrero de 2010

Siguiendo el sendero

Y siguiendo el sendero del bosque llegamos a un pequeño claro donde vimos a lo lejos una pequeña casita de piedra. Una bella mujer salió a recibirnos y nos hizo señas desde el umbral de la puerta para que nos acercásemos.Pero cuando nos acercamos a ella, descubrimos que no era una joven, sino una anciana embutida en un vestido demasiado pequeño que quizá le sentase bien muchos años atrás. Su cabello, que en la distancia parecía rubio y abundante, resultó no ser más que unas hebras marchitas de canas dispuestas al azar sobre el cuero cabelludo.
-¡Corre Hansel!-le grité a mi hermano-¡Es la bruja!
Y salimos corriendo, dejándola sola mientras nos gritaba que no huyésemos, que no era una bruja, que se llamaba Rapuncel y que las princesas también envejecen.

martes, 2 de febrero de 2010

Cuando el pastor no podía dormir

El pequeño pastor sufría insomnio, y contar ovejas no le servía de nada porque de tanto tiempo contando el rebaño, era inmune a su efecto soporífero.
Una noche, cansado de que ninguno de los remedios que le ofrecian en el pueblo surtiese efecto, decidió preguntar a sus ovejas qué hacían para dormir.
-Contamos pastores- le respondieron al unísono.
Y desde aquella noche, el pastor contó pastores junto a sus ovejas hasta quedarse profundamente dormido


(Mi pequeño homenaje a uno de mis libros de la infancia "Cuando los borregos no pueden dormir" de Satoshi Kitamura)