jueves, 17 de diciembre de 2009

Parque

Jugando en el cajón de arena del tiempo, que tantos perros usaron para mear. El columpio de la verdad, que un momento te acerca a ella y al instante te aleja, sin dejarte poner los pies en el suelo; movimiento eterno, pendular. El tobogán del éxito, costosa la subida, fugaz e inmediata la bajada. Injusto balancín que necesita que alguien baje para que alguien suba. El caballito que se mueve pero no avanza jamás. Triste realidad de la que se evaden dando vueltas hasta caer mareados al suelo, entre risas y arcadas.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Árbol

Aquel árbol, como un viejo motero, tenía el cuerpo completamente marcado.
Tatuajes involuntarios a fuerza de navaja en su corteza eran testimonio de infinidad de amores y amistades.
En su soledad fue siempre un símbolo de amor y compañía, un monumento natural a la memoria cruelmente creado a base de cortes.
Irónico intento de eternidad en un milenario ser hace poco derriibado para dejar lugar a un nuevo campo de golf.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Amante

Entra siempre sin llamar, pero sé que es ella puesto que su inconfundible aroma llega hasta mi. Me dice al oido que ya ha llegado, que sabe que la estaba esperando.
Juega conmigo y me seduce, logrando como siempre que caiga rendido a sus pies.
Confunde lentamente mis sentidos, perdiéndome en un laberinto de sensaciones, llamando al recuerdo y al olvido, a las lágrimas y a las sonrisas. Juntos expresamos emociones en un idioma que desconozco y sin embargo comprendo.
Y sé que sólo soy uno entre tantos otros, pero no puedo evitar amarla. No hay nadie en el mundo que logre jamás atarla, porque su espiritu libre moriría de pena.
Siendo su amante, soy feliz, porque ella, como los gatos, nunca olvida el camino de vuelta y acada vez que nos despedimos sé que no es la última.
Mi amante clandestina, siempre fiel... MÚSICA.

lunes, 30 de noviembre de 2009

¡Doctor, doctor!

-¡Doctor, doctor! He perdido la fe en la humanidad.
-Tranquilícese caballero. Tome una de estas pastillas, vea la televisión y deje de pensar. Ya verá que pronto se le pasa.

martes, 24 de noviembre de 2009

Fosforito

Decidió subrayar todas las cosas importantes de su vida, así que , fosforito verde en mano, recorrió la ciudad subrayando.
Subrayó al gato de su abuela, a su abuela, subrayó aquel bar donde tantos buenos momentos había pasado, la heladería, al heladero, la tienda donde le habían comprado su primera guitarra... Cuando hubo terminado la suya parecía la Ciudad Esmeralda. Subrayó la carretera de amarillo fosforito y se fue cantando en busca de otro lugar sobre el arcoiris, en busca del Mago de Oz.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Entrevista

Abrí la puerta del despacho algo cohibida y me encontré frente a un pequeño cuartucho de paredes grises y muebles del mismo color. Lo único que rompía la monocromía era un horrible ramo de flores de tela que, a falta de jarrón, estaba colocado en una botella de gaseosa.
Un hombre grande, cuyos pequeños ojos parecían hundirse en la inmensidad de su cara redonda, estaba sentado tras la mesa. Cuando levantó la vista y me vio, me hizo un gesto para que tomase asiento.
Empezó a hablar pero enseguida dejé de escucharle y me limité a seguir con la mirada el hipnótico baile de su bigote, Tras cinco minutos comencé a dudar si quien me hablaba era él o su frondoso mostacho.
Cuando por fin acabó de explicarme las condiciones del trabajo me sonrió preguntándome si seguía interesada en el puesto. Le dije secamente que no y salí rapidamente de ahí, dudando que era lo más artificial de ese despacho, si las flores o su sonrisa.

martes, 10 de noviembre de 2009

Pokémon

-¿Has suspendido química por no saberte la tabla periódica?
-Es que son muchos nombres muy raros...
-¡Lo que faltaba!Te sabes los nombres de los cien pokémon no puedes con la tabla periódica.
-Ciento cincuenta, mamá, cientocincuenta.
-¡Más razón para mi!
- Además, no me compares...
-Lo siento, tienes razón. No sé como se me ha ocurrido comparar esa ciencia exacta que son los pokémon con chorradas como la tabla periódica
-Déjalo mamá, la ironía no es lo tuyo. Ya me la estudiaré para el siguiente.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Labios

Esos labios conocidos que nunca tienen tiempo para sí mismos, ni lo buscan. Desgastados de besar tantas heridas al son de sana sana culito de rana. Rodeados de pequeñas arrugas con cada sonrisa o enfado. Siempre vigilantes y preocupados, tomando la temperatura o regañando.

Labios de madre.

lunes, 26 de octubre de 2009

Cuadro

Todo comenzó con un cuadro. Una amiga de mi tía es artista y una temporada le dio por pintar retratos...La verdad es que sus cuadros son muy realistas... Bueno, la cosa es que mi tía le compró uno para regalármelo por mi cumpleaños. Un retrato precioso, muy colorido, de una chica morena de ojos grandes y media sonrisa. No sé, me dio la impresión de que de haberla conocido me hubiese llevado bien con ella.
Un día llegué a casa cansadísima del trabajo, harta de todo el mundo. Tenía ganas de despotricar contra todo, y al verme sola en casa empecé a hablarle al cuadro. Parecía que me escuchaba y que me sonreía comprensiva. Me quedé muy descansada tras desahogarme.
Pocos días después estuve de broncas con mis amigas y al llegar a casa tras una discusión, volví a contarle mis penas al cuadro. Me di cuenta de lo que estaba haciendo y paré de hablar en seco, pero mi mirada se cruzó con la sonrisa cómplice y continué hablando.Aquella muchacha desconocida, pintada al óleo, se fue conviertiendo poco a poco en mi confidente; hasta le pedía consejos a la hora de elegir ropa y la cambié de sitio para que pudiese ver la televisión conmigo.
No tengo claro si esto es muy normal... por eso decidí acudir a una psicóloga de prestigio como usted, pero ya que la persona que mejor me entiende está pintada, creí que la mejor idea era arrancarle del cartel publicitario de su consulta ¿Usted que opina Doctora Gómez?

lunes, 19 de octubre de 2009

FILOSOFÍA

El niño le observó desde lejos con cierto desagrado. La harapienta vestimenta le repelía pero su deseo era mayor. Decidido, se acercó al hombre y le habló:
-Disculpe Señor S. quiero capturar ese pájaro pero no llego a la rama¿Podría cogerlo para mí?
Una sonrisa asomó a la cara del hombre
-¿De verdad crees que no puedes alcanzarlo tú?
-Quizá con una escalera...- dijo el niño dubitativo
-¿Y sabes dónde hay alguna?
-En el establo de mi padre
El hombre asintió
-Y una vez arriba ¿Qué harías?
-Coger el pájaro y bajar- respondió el niño, seguro de no poder fallar esta pregunta.
-Pero...¿Podrías bajar las escaleras con un pájaro en la mano?
-No... necesitaría una cesta para guardarlo...
-Y una vez abajo ¿qué harías con él?
- Me lo llevaría a mi casa y lo guardaría en una jaula en mi cuarto, para despertarme con su piar. -¿Qué ocurre, acaso sólo puedes oirlo si estuviese en esa jaula?
-No... ahora lo oigo desde mi ventana....¡pero yo lo quiero para siempre!
-Es un piar precioso ¿verdad? A uno le gustaría oirlo eternamente.
El niño bajó la vista algo avergonzado, se mantuvo en silencio unos instantes y finalmente se atrevió a preguntar con timidez.
-Si me lo llevo, yo podré oirlo, pero usted no ¿verdad?
El hombre amplió su sonrisa y alzó la vista. El niño siguió su mirada y descubrió que el pájaro había emprendido el vuelo durante su conversación.

¿No es mucho más bonito el pájaro libre que el enjaulado?

viernes, 9 de octubre de 2009

Como un insecto en una colección está el tiempo. Expuesto tras un cristal, atrapado por dos agujas que le obligan a mantener sus alas abiertas eternamente. Pero al contrario que el insecto, el tiempo no está muerto, y aunque lo tengamos atrapado, continuaremos siempre con el miedo de que en cualquier momento pueda echar a volar, escapando entre nuestros dedos.

viernes, 2 de octubre de 2009

Costa

Cerró la puerta de la tienda y suspiró. Toda la vida queriendo vivir al lado del mar y así había acabado, trabajando en una pescadería en un barrio de Madrid.
Había renunciado a su sueño porque su sueldo era el único que entraba en casa, para mantenera a ella y a sus padres, que ademas necesitaban cuidados.
pero había decidido no renunciar a soñar y cada día, antes de volver a casa del trabajo, se sentaba frente a un gran póster de una playa paradisiaca, ponía un CD con sonidos de la costa y aspirando el olor a sal y pescado que inundaba el establecimiento, imaginaba su vida junto al mar.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

2.0

Y llegó el día en el que se dejó de utilizar la comunicación oral. Y tras años, se olvidó por completo. Rostros serios, impasibles, demuestran sus emociones a traves emoticonos en las pantallas.
El “te quiero” más romántico que puedes recibir es por sms y el perdón más sincero mirando a los ojos de una pantalla. La gente camina sin levantar la vista; no hay necesidad: mirando el gps llegas a donde quieres sin los molestos contratiempos que surgen al encontrarse a alguien. A los niños no los trae la cigüeña, vienen en avión con un móvil debajo del brazo.
Se han perdido el cine la radió y la televisión, y nadie sabe gesticular. Los libros son ahora archivos de texto.
Pero el teatro, aunque se crea extinto por completo, ha logrado dejar parte de su esencia y parece que poco a poco , en mitad de los grandes núcleos urbanos surgen pequeños grupos de p ersonas que tratan de rebelarse y aprender a expresarse con el cuerpo. Estos grupos de personas se autodenominan “gestos” y su mayor ambición es aprender a sonreir.

martes, 29 de septiembre de 2009

Caza

Espero escondida tras la espesura en completo silencio. Todo mi cuerpo está en tensión y mi mirada se mantiene fija en el pequeño claro.
Creo escuchar algo y aguzo el oído; efectivamente, ahí están, acercándose vacilantes a mi cebo.
Apenas parpadeo.
Una gota de sudor se desliza por mi frente.
Sólo unos segundos más...
Avanzo con cautela intentando ver mejor pero un sonido lejano me distrae haciéndome caer estrepitosamente.
Veo impotente como todas las letras ,asustadas, huyen hacia la densa jungla de ideas, muy lejos de mi trampa de tinta y papel.
Recojo todo y marcho a casa. Hoy no está de mi parte la inspiración.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Puerta



La misma puerta que te encierra es la que te puede liberar. Y tal vez, aunque no lo sepas, tengas tú la llave.
Rebusca en los bolsillos de tu alma y entre el desorden mental. Revuelve entre los libros de la memoria y consulta al espejo de la verdad.
Mira bajo el sofá donde tantas cosas desaparecieron y en los estantes más altos de la razón, aquellos en los que las cosas quedan condenadas al olvido.
Quizás encuentres ahí la tan ansiada llave o quizá descubras que aquello que buscabas ha estado siempre en tu mano.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Partenón



El templo se alzaba contra el sol. Siglos de historia le contemplaban impasibles haciéndole setirse intimidado, diminuto, efímero.
Tras unos minutos contemplando el partenón, bajó la vista y se sintió privilegiado: ninguno de los viajeros observaba el monumento directamente, algunos lo hacía a través del objetivo de las cámaras y otros posaban de espaldas al templo para aparecer en la foto que reforzaría sus relatos del viaje.
Al mirar el conjunto, supo que era el único que estaba allí realmente, el único que observaba de verdad a la gigantesca mole de piedra.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Sonidos

Subía las angostas escaleras y se sentaba en el rellano del piso más alto cuya única puerta daba a un trastero. Tras acomodarse, sacaba de la mochila un cuaderno que apoyaba en sus rodillas y, con un lápiz en una mano y una goma en la otra, pasaba horas dibujando.
Le encantaba retratar cosas abstractas como el olor que subía desde el restaurante de la acera de enfrente o el fuerte perfume con que quedaba impregnado el edificio cada vez que cierta vecina salía a la calle. Pero sobre todo le gustaban los sonidos: el ahogado “clap, clap” de las vecinas que subían y bajaban las escaleras en zapatillas de andar por casa, las discusiones del matrimonio del tercero, los ladridos de un perro desde la calle o el cacareo telefónico de la hija de los del segundo.
Cada sonido era un mundo, y su conjunto una jungla salvaje e inescrutable que podía tener mil y una interpretaciones. Había decidido mostrar la suya dibujando aquello que no podía ser dibujado.

Luna

La superficie del lago tembló y con ella el reflejo de la luna. La muchacha se asustó al verla deformada y metió las manos en el agua, tratando de parar las ondas pero sólo consiguió crear más. Conmovida, se miró las manos mojadas y echó a llorar.
-¿Que os ocurre?¿Por qué llorais? Permitid a este sencillo hombre escucharos y quizá os pueda ser de ayuda
- Aunque agradezco vuestro ofrecimiento, dudo que nadie pueda hacer algo en esta situación- replicó ella entre sollozos e hipidos, señalando al lago - y ciertamente no merece ayuda alguna una simple esclava que por querer tocar la luna la primera vez que la ve, la ha roto.
El hombre dejó escapar una carcajada
-¿Cómo pretendeis ver lo bello de este mundo si no levantais la vista de los pies, si sólo veis reflejos y sombras de la realidad?
Arrojó una piedra al lago y sonriendo ante el grito ahogado de la muchacha al contemplar el borrón plateado sobre la ondulante superficie, la cogió suavemente del mentón y le hizo mirar directamente a la luna.
-Observad pequeña, la belleza real de las cosas. Mirad a los ojos para comprender...

-¿Dónde estabas?¿Qué te dije de no alejarte de mí?- una mujerona llegó corriendo sin resuello hasta donde se encontraban- ¡Muchacha insolente! No mires directamente a este hombre, un esclavo no debe mirar a la cara y ya deberías saberlo. Disculpe si le ha molestado- ahora se dirigía al hombre- es la primera vez que sale de la casa y está algo alterada.- Cogió violentamente a la muchacha del brazo y se la llevó casi a rastras por el camino, sin parar de murmurar-Si es que cuando dije yo que no estaba preparada era por algo...

La muchacha se giró por última vez y observó las dos lunas, la real y el reflejo y decidió guardar en su mente el recuerdo de las dos realidades, y aunque trató de escrutar entre las sombras, no consiguió distinguir al hombre que le había abierto los ojos.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Ketchup

Sopesó el bote de ketchup: estaba casi vacío. Le dio un golpe en la base y apretó con fuerza, un pegote rojo cayó sobre la hamburguesa. Dejó el bote aplastado a un lado y recolocó el pan, al levantar la hamburguesa, notó que algo frío se le deslizaba por el dedo. Asustado, se miró la mano y suspiró aliviado al comprobar que sólo era ketchup. Al chuparlo le supo raro, pero en cuanto mordió la hamburguesa le quitó importancia.
Al sonido del televisor se sumaba el farfullar del hombre criticando todo cuanto sucedía en el partido de fútbol que estaba viendo, sin importarle que cada vez que lo hacía se le caía la mitad de la comida que llevaba en la boca. Cuando acabó y miró mesa, la vio llena de manchas rojas y mientras examinaba el bote en busca de algún agujero, sintió que algo líquido le goteaba en la cabeza. Alzó la vista y descubrió con horror una paloma clavada en el techo, con las alas extendidas sujetas con clavos, chorreando sangre.
Parpadeó sin apartar la vista de la macabra imagen y una gota que se deslizaba por el pico del animal dio de pleno en su nariz: entonces le invadió el miedo.
Se levantó de golpe y removió el caos de la mesa hasta dar con las llaves.
Una vez en la calle ni siquiera se dio cuenta del frío que hacía y de que la ropa que llevaba puesta apenas abrigaba. Andó largo rato por las silenciosas calles alumbradas por la luz anaranjada de las farolas girándose cada pocos pasos para comprobar que nadie le seguía. Conocía el símbolo de la paloma crucificada y también su significado: venganza. Por alguna razón había mantenido la esperanza de que aquel incidente ocurrido años atrás hubiese quedado en el olvido, pero en el fondo siempre había sabido que tarde o temprano se cumpliría la venganza contra él.
Sin darse cuenta había llegado hasta un pequeño callejón completamente vacío a excepción de un viejo Ford aparcado. Aceleró el paso dispuesto a cruzarlo deprisa, pero al pasar junto al coche, oyó salir una voz del interior que le hizo frenar.
“Hey, tú”
Se volvió bruscamente y su pulso se aceleró al descubrir que estaba vacío.
“Hey you! en inglés, es la tercera canción que oiremos en el pequeño homenaje que hacemos esta noche al famoso cuarteto de Liverpool... ”
Sólo era la radio. Suspiró aliviado y sonrió sintiéndose algo avergonzado por haberse asustado tan fácilmente. Pero la sonrisa se transformó en una mueca de pánico cuando apareció tras él en el reflejo del cristal la cara con la que tantas noches había soñado: eran las facciones que anunciaban su muerte.

martes, 25 de agosto de 2009

Última proyección

Se sentó en una de las butacas de la primera fila y fijó la vista en la pantalla. Al momento comenzaron a sucederse ante sus ojos las escenas de la vida de una mujer.
“Disculpe señor” susurró una voz a su espalda “se ha equivocado de sala”
Miró fijamente al acomodador que le estaba hablando, giró la cabeza hacia los asientos de su derecha y descubrió ahí sentada a la protagonista de la vida que estaban proyectando: una mujer, ya anciana, que sonreía emocionada a la pantalla.
“¿No puedo quedarme?” interrogó al tiempo que volvía a centrar su atención en la pantalla.
“Pero señor” insistió el acomodador algo desconcertado “si no cambia de sala, no verá pasar su vida ante sus ojos antes de morir”
“No importa. Mi vida ya la he vivido en primera persona y esta también es interesante, prefiero descubrir como acaba. Ademas, siempre he detestado dejar las películas a medias”

domingo, 23 de agosto de 2009

Trenes


“Y colorín colorado, este cuento se ha acabado”
Varios pares de manitas aplaudieron ilusionadas acompañadas por unas cuantas de adultos. Mientras los niños seguían jugando por la plaza y los padres conversaban enre ellos, yo comenzé a guardar las marionetas y a desmontar el teatrillo. Veía por el rabillo del ojo a la orquesta que montaba en el escenario todo su despliegue para el concierto de la noche.
Metí todo en la furgoneta y me acerqué a “El Bar”. Se llamaba así, sin más y no tenía necesidad de cambiar de nombre puesto que era el único del pueblo.
Cuando comenzaba a llegar la gente a la plaza decidí dar un paseo antes de conducir hasta el siguiente pueblo. Al poco me encontré frente a las vías de tren y me senté bajo un árbol a contemplarlas. Oí unos ruidos a mi espalda y al girarme vi a un niño sentado en una roca mirando fijamente las vías. Cuando estaba a punto de preguntarle si se había perdido me fijé en que apretaba fuertemente en una de sus manos una pequeña locomotora de juguete.
“¿Te gustan los trenes?” le pregunté.
Se sobresaltó un poco y y tras pensar unos instantes si responder o no, asintió con la cabeza.
”¿Te gustaría ser maquinista de mayor?” Esta vez asintió inmediatamente y me mostró con orgullo su pequeña locomotora. Le sonreí y volví a abstraerme mirando las vías. Entonces comencé a escuchar el ruido del tren y se me ocurrió una idea.
”Mira” le dije mostrándole una moneda de cinco céntimos ”te voy a enseñar una cosa”
Advirtíendole que no me siguiese bajé hasta ponerme a la altura de las vías y deposité la moneda en una de ellas. Retrocedí unos cuantos pasos mientras el sonido del tren se acercaba y con él el mismo tren como un gigantesco gusano de metal que seguía dócilmente el camino trazado por la vía. Me giré para comprobar que el muchacho no se había ido pero seguía ahí, en pie, fascinado, mirando al tren como si fuese la primera vez que veía uno. Cuando se alejó, bajé de nuevo hasta la vía y le mostré al chico la moneda deformada que él miró con curiosidad.
“Toma, es para tí” Se la ofrecí y tras unos segundos de duda me la cogió de la mano con un movimiento rápido.
La miró unos instantes y entonces se llevó una mano al bolsillo y sacó una canica; parecía decidido a dármela pero se quedó observando ambas y con un movimiento de cabeza me dio a entender que la moneda aplastada valía mucho más que la canica. Miró a su alrededor en busca de algo con lo que compensarme pero no lo hayó. Entonces reparó en su pequeña locomotora, negó con la cabeza y me devolvió la moneda.
Le dije que era un regalo y finalmente lo aceptó.

Hasta unos cuantos años más tarde no volví a pasar por aquel pueblo con mi actuación e igual que la otra vez, mi paseo me llevó hasta las vías del tren. Me senté bajo el mismo árbol y encontré ahí apoyada la pequeña locomotora, ya vieja y oxidada. Debía llevar años ahí. Rememoré el peculiar encuentro con una sonrisa. Desde entonces viaja siempre conmigo la pequeña locomotora, colocada sobre el salpicadero de mi furgoneta.

lunes, 27 de julio de 2009

Interior

Se vió a sí mismo hueco, como si al mirar hacia dentro sólo hubiese oscuridad y el eco de un goteo lejano, quizás el goteo de unas lágrimas.
Siguió vagando por su interior, a ciegas pero con la seguridad de que no iba a chocarse con nada, pues estaba seguro de que ahí nada había.
Probó a gritar, pero no oyó nada más que aquel incesante goteo.
Trató de localizar de donde provenía pero los ecos le impedían saberlo con seguridad.
Tras lo que le parecieron horas caminando sin rumbo, levemente sorprendido de no estar agotado, se chocó contra algo. Palpó con cuidado y descubrió una puerta que le llegaba a la altura del pecho. La abrió con cuidado y pasó a gatas. Tardó unos minutos en que sus ojos se acostumbrasen a la luz cegadora de aquella habitación. Se encontró en un ambiente blanco, casi de hospital, y en el centro una gigantesca jaula de pájaros, vieja y oxidada. Algo brillaba en su interior. Se acercó con cautela y se vió a sí mismo reflejado en un espejo a traves de las rejas.
Y dudó si era su reflejo el preso o lo era él.

domingo, 26 de julio de 2009

Jardín

Desde que podía recordar le encantaban las plantas. Ya de pequeño había cultivado una pequeña parcela en la huerta de su abuelo, pero al independizarse se había alquilado un piso que había llenado de macetas tratando de buscar la paz que le inundaba al cuidar de las plantas, al alimentarlas y hablarles como si fuesen sus hijos. Tuvo diversos trabajos hasta que, gracias a la intervención de su tía, comenzó a trabajar de jardnero en el barrio donde ella vivía. De lunes a viernes se turnaba por las casas del barrio, visitándolas cada dos semanas, pero los sábados eran para su tía y su gigantesco jardín.
Adoraba ese jardín tan grande, que con diferencia el de flora más variada y el que trabajaba con mayor mimo.
Pero no alcanzaba en el la paz absoluta como debiera haber ocurrido pues había algo que le incomodaba. Ese algo era un rostro: un rostro anciano y bonachón, con barba blanca, ojos risueños y una gran sonrisa sólo comparable a la del gato de “Alicia en el país de las maravillas”.
Una sonrisa que le perseguía en sueños y que cada sábado le observaba trabajar. Uno de esos sábados, al verse completamente sólo en el jardín y no pudiendo soportarlo más, se decidió por fin a hablarle, rogándole que le dejase trabajar en paz. Sus súplicas se tornaron amenazas al recibir como única respuesta la misma sonrisa bobalicona de siempre. Finalemente, en un ataque de ira, arremetió contra el rostro afable con las tijeras de podar. Segundos después, al ver el cuerpo decapitado, fue consciente de su acto y salió corriendo hacia su casa.
A la mañana siguiente fue a ver le su tía asegurándole que el incidente del día anterior no había tenido importancia, que el enano de jardín apenas tenía valor económico y mucho menos sentimental. Comprendía que hubiese salido corriendo avergonzado y con miedo al enfado de su tía, pero le aseguró que no se había enfadado y que le encantaría seguir contando con él para el cuidado de su jardín. El muchacho aceptó encantado y agradecido, imaginando sábados dedicados por entero al cuidado de su Edén personal en absoluta armonía con las plantas.
El siguiente sábado, nada más traspasar la verja del jardín de su tía, palideció de golpe: ahí donde antes estuviera el enanito que él había destrozado, se encontraba ahora otro, imberbe y sujetando una carretilla, pero con idénticas sonrisa y mirada a las de su antecesor.

lunes, 6 de julio de 2009

Trabajo

El calor hacía que el helado le chorrease por la mano, pero eso no le impidió estrechármela y dejarme una asquerosa sensación pegajosa.
Era la primera vez que me ocurría. Normalmente cumplía mi trabajo con eficacia y rapidez, tratando de no dejar pistas y abandonado el cuerpo justo donde caía.
Pero este hombre de manos pringosas me hablaba ahora con la boca llena de helado preguntándome cómo había decidido hacerme asesino. Hablaba con tranquilidad, comos si el asunto no fuese con él, pero en sus ojos brillaba el placer del morbo. Respondí, encogiendo los hombros, que era lo único que se me daba bien.
Me dijo que envidiaba mi fortaleza y seguridad, que él jamás podría trabajar en algo parecido, que le faltaba templanza. Dijo que sin embargo adoraba las armas de fuego y me mostró parte de su colección. Me ofreció algo de comer y yo lo rehusé. Comenzaba a ponerme nervioso esa actitud tan despreocupada, acostumbrado como estaba a las caras serias, los lloros y las súplicas. Se sentó en el sofá mientras yo daba vueltas por el salón, con la pistola en la mano, observando aquellos cuadros abstractos que lo mismo podían representar un elefante en la sabana que el centro de Nueva York. En ese instante se abrió la puerta y se asomó ella. Me miró unos segundos con cara de asombro y seguidamente miró a su marido con un enojo casi infantil. Apreté el gatillo y al soltarlo noté con desagrado que estaba pegajoso por el helado.
El hombre me felicitó por mi trabajo y tras rechazarle de nuevo una copa me acompañó hasta la puerta asegurándome que él se encargaría del cuerpo y que al día siguiente recibiría la mitad restante de mi pago.
No logré evitar que me estrechase la mano de nuevo.

domingo, 14 de junio de 2009

Crecer

Nuestro peor enemigo: nosotros mismos. Nuestro mayor miedo : a lo desconocido.
¿Y qué cuando ambos se juntan?¿Qué sucede cuando desconocemos todo sobre nuestro enemigo excepto su rostro?
Somos complejos y jamás comprenderemos al cien por cien a nadie de nuestra especie, ni siquiera a nosotros mismos.
Cuando no hay nadie que quiera responder a nuestras preguntas temiendo que el exceso de sinceridad nos haga enfadar es cuando nos impiden crecer.
Y nuestra ignorancia nos hará dar palos de ciego que al no topar con nada nos harán creer que vamos por el camino correcto. Pero no existe en el mundo una llanura suficienetemente amplia como para andar eternamente sin encontrarnos con nada.
Y quizá cuando choquemos contra algo ya será tarde y nuestros errores serán tan comunes que parecerán aciertos.

Qué se puede esperar cuando la complacencia prevalece sobre la verdad, cuando se pierde la inquietud por entender lo propio y lo ajeno, cuado vencidos por el miedo a lo desconocido no tratamos de entenderlo y vencerlo.

domingo, 7 de junio de 2009

Tarde de verano

Me asomo a la ventana de mi cuarto que da a la calle. En mitad de la ciudad, la naturaleza ha encontrado sus sitio: las golondrinas han anidado en la esquina superior de la ventana y un saltamontes me mira impasible desde el alfeizar, pienso que sería un buen jugador de póquer. Desde aquí arriba parece más grande que la gente que pasa por la calle. Por unos momentos me lo imagino destrozando la ciudad... un remake de Godzilla con un saltamontes gigante... un ruido me saca de mis pensamientos.

¡Bang, bang! No hay sitio para los dos en esta ciudad forastero...

El sonido de un televisor a todo volumen escapa por una ventana entreabierta y se mezcla con la charla de un grupo de amigos que salen de comer en un restaurante.
El tiempo amenaza lluvia y el bochorno aumenta.
Alguien corre un mueble, o quizá sea un trueno.
Las calles se vacían . Calor y el sonido de la lluvia.

¡Bang, bang! Al fin se ha vengado la muerte de mi hermano...

Se acaba la película y apagan la televisión.
La lluvia ha cesado dejando un dulce aroma a asfalto mojado.


Adoro las tardes de verano.

viernes, 5 de junio de 2009

Tu quoque? II

Sus músculos estaban tan tensos que se sentía relajado. Intentó no pensarlo mucho, pues corría el riesgo de arrepentirse. Se escondía entre las sombras, con el cuerpo apoyado en la fría pared del edificio. Notaba cada latido, cada respiración. Sentía como una gota de sudor se deslizaba por su frente para acabar desapareciendo en una de sus pobladas cejas. Oyó un rumor y se puso en guardia. observó cómo aquel todopoderosa caía sometido ante lo único sobre lo que no tenía dominio: la propia muerte.
Entre el grupo de gente asomaron manos con puñales y túnicas manchadas todas de la misma sangre.
Entonces reaccionó y atacó. Clavó el piñal en el moribundo que le miró con lágrimas en los ojos. No se enterneció ante el dolor de aquel que fue como su padre.
Tras asegurarse de que estaba muerto se marchó del lugar con paso rápido pero firme y la satisfacción del trabajo bien hecho.

miércoles, 3 de junio de 2009

Tu quoque? (¿Tú también?)

Ya no lloraba de dolor, ni de rabia, ni de impotencia. Cuando ya creía que no había nada más insoportable que el dolor físico de aquellas puñaladas, vio su cara. Y no quiso verla. No quiso creer que aquellas faccioner eran las que había visto crecer. Esperó en vano que aquella no fuese su última visión: el hombre que a pesar de no ser su hijo de sangre y haber vivido como si lo fuese, le devolvía toda una vida con una puñalada en el costado.
Fue entonces cuando descubrió que le dolía más el alma que el cuerpo, y entre temblores y lágrimas sólo logró susurrar: ¿Tú también hijo mío?

lunes, 25 de mayo de 2009

Arte

Los zapatos estaban llenos de arena y eso le incomodaba.
Se había limpiado los pies a conciencia pero no había podido evitar que algunos granos de arena escapasen de su escrutinio.
Era un hombre que en el centro de una ciudad hubiese pasado desapercibido, pero no ahí.Tenía unos cuarenta años pero su mirada era la de una persona mayor, cansada de la vida.
Vestía con un traje oscuro y zapatos de vestir que a pesar de estar relucientes tenían algo de arena.
Había caminado descalzo durante horas por la playa, con los zapatos en la mano, sin que pareciese importarle el sol abrasador.
Había regresado al lugar de su nacimiento artístico, al paisaje que había inspirado su primera obra. Por aquel entonces sólo era un jóven que soñaba con ser artista y ahora que lo había conseguido, se sentía vacío.
Ninguna obra le había llenado como las primeras, en las que lo único que le importaba era plasmar sus sentimientos. Desde que había sido descubierto, había seguido con su trabajo y su obra gustaba cada vez más, pero a la vez se hacía más comercial y él sentía que le habían cortado las alas.
Tras muchos años de “arte encadenado” ´cómo él lo llamaba, decidió ponerle fin a aquel Frankenstein que había creado, un arte hecho de los restos de su verdadero arte .
“Más vale tarde que nunca” pensó.
Aquel pueblecito costero había sido el lugar de nacimiento de su arte y debía ser también su tumba.
Decidido a no volver a crear jamás, sentado en la cima de unas rocas, observó al atardecer sobre la playa y lloró su amarga despedida del arte.
Cuando cesaron sus lloros, cuando los últimos rayos naranjas desaparecían hundiéndose en el mar, las vió.
Millones y millones de estrellas sobre el fondo negro de la noche, dispuestas al azar como si un niño acabase de jugar con ellas.
Desde hacía años al mirar hacia el cielo no lograba ver más allá del resplandor de las farolas, y entonces, frente al infinito, volvió a sentir la llamada del arte. Quiso que todo el mundo sintiese lo que había sentido, lo que estaba sintiendo: el resurgir de sus alas.

lunes, 18 de mayo de 2009

MINA

Frío y sudor. Martilleo constante.

Repiqueteo interminable del metal contra la roca.

Suciedad en la piel, suciedad en el aire.

Ecos infinitos que recorren kilómetros.

Aullidos del viento escapando por los túneles.

Rocas mutiladas por la mano del hombre,

Hombres mutilados por obra de las rocas.

Vigas crujiendo bajo el peso del mundo.

Un reino de oscuridad de carbón.



Olor a azufre y un canario muerto.

miércoles, 22 de abril de 2009

Barco embotellado



Odiaba la casa de la abuela. Siempre me habían dado miedo las grandes habitaciones de esa casa,que tenían techos tan altos que me hacían sentir todavía más pequeño. Los muebles crujían cada vez que respiraba y encontrar una silla que no estuviese desfondada era toda una odisea. La gata, ya vieja y esmirriada, iba dejando pelos y un desagradable olor a orín de gato por toda la casa. Mi abuela estaba siempre enferma y cuando íbamos a verla mi madre arreglaba toda la casa. Yo no me despegaba de ella. En una de esas visitas, mientras la acompañaba a la cocina a por agua para las medicinas, reparé en algo que llamó mi atención. En una de las habitaciones que habían pertenecido a mis tíos, sobre un estante y rodeado de viejos tebeos y libros de aventuras se encontraba lo que a mis ojos era una maravilla equiparable a las siete del mundo: un barco embotellado. Al ver mi madre el interés que mostraba por él , y tras preguntar a mi abuela, decidió que podía quedármelo. Me senté en el rincón más iluminado de la habitación y fijé la vista en el barquito. Los rayos del sol reflejados en el cristal producían destellos de colores y empecé a imaginar que era un barco de verdad que navegaba con bravura entre las olas que rompían contra el casco. Imaginé como todos los tripulantes sucumbían ante la desesperación causada por el largo viaje. Pero también sentí la libertad, el viento azotando mi cara, la inmensidad del océano y la eterna humedad con olor a sal.
Durante mucho tiempo observé el barco tratando de averiguar cómo lo habían metido en la botella hasta que un verano un amigo de mi padre me desveló el misterio: metían los barcos plegados y una vez dentro, cuidadosamente y con pinzas, los desplegaban. Pero el saberlo no hizo que perdiese interés para mí: cada vez que me sentía deprimido, frustrado o pensativo me ponía a observar el barco.
Ha sido durante mucho tiempo mi vía de escape, el mayor símbolo de libertad para mí: libertad embotellada

miércoles, 1 de abril de 2009

Ganas

A nadie le caía bien, pero tampoco nadie tenía el valor de decirle que no, no eran ni el mal tiempo ni el cansancio, sino su cara de grillo lo que nos amargaba el día a todos. Su voz estridente y sus malas maneras hacían que nos pusiésemos de los nervios. Siempre queriendo organizar todo, gritándonos como si todo fuese culpa nuestra y dejando bien claro que nos consideraba poco más que escoria.
Estoy convencido que más de una vez se nos pasó por la cabeza a todos darle un puñetazo. Quizás por respeto o quizás porque llevaba gafas nunca nadie lo hizo. Quizás fuese porque nos jugábamos el trabajo si le dábamos un puñetazo a la jefa.

sábado, 28 de marzo de 2009

Vida

Era la primera vez que entraba en aquella casa, pero conforme iba avanzando por el pasillo, sintió como si hubiese vivido allí siempre. A cada paso una fotografía, un momento de la vida de aquella mujer enmarcado en la pared. Supo cómo era su familia, como había sido la casa en la que se había criado. Entonces le pareció muy simple la vida humana, se podía resumir en eso, un pasillo decorado con fotografías que comenzaban en blanco y negro y acababan en color, al revés que la vida de aquella mujer que comenzó llena de vida, color sueños y esperanzas y en aquel momento era gris y apagada, carente de pasiones, casi completamente ajena a lo que sucedía a su alrededor. Cuando llegó al final la vió, sentada frente a un ventanal, mirando sin ver el gris cielo que se juntaba con las llanuras verdes. Gris y verde, siempre le había parecido una preciosa pero triste combinación. Meses después compraría un ramo de rosas rojas que destacaban entre esa palidez de colores, quiso darle un toque alegre pero con aquella flor consiguió darle un aire dramático a aquella habitación.
La mujer que le acompañaba le enseñó su cuarto y le repitió que no tendría necesidad de darle conversación a la anciana, pues no respondía a estímulos externos.
Aun así, la segunda tarde en aquella casa cuidando a la anciana, comenzó a leerle un libro. Lo cogió por costumbre y todas las tardes le leía un trozo de libro y luego conversaba con ella aunque sabía que no recibiría respuesta.
El médico informaba constantemente de que no se producía ningún cambio, sin embargo continuaba leyéndole.
Una tarde, cuando acabó de leerle el final de Romeo y Julieta y se dispuso a trasladar a la anciana a la cama, descubrió que ésta estaba con los ojos cerrados y completamente inmóvil. Cuando se acercó para asegurarse de que su corazón había dejado de latir observó una lágrima en la mejilla de la mujer. Se sacó un pañuelo del bolsillo, la enjugó, se enjugó las suyas y se dispuso a llamar a la familia.

jueves, 12 de marzo de 2009

Amor Propio

El futuro de la agriciltura moderna está en el amor propio.
El amor propio se adapta fácilmente a cualquier clima y terreno. Una cámara o un espejo son lo único que necesita el amor propio para florecer.
Son gran abono los piropos, y gracias a que es una planta muy resistente no tiene que ser necesariamente de calidad, ni siquiera reales, cualquier sucedáneo algo colorido servirá.
Estos narcisos que ahora se cultivan de manera artificial con la iluminación de flashes eran antes cultivados de manera artesana por abuelas y familiares.
Se caracteriza dicha flor por tener un tipo especial de hoja, la sonrisa falsa, que suele aparecer junto a ramilletes de poses.
Causa furor esta flor entre los adolescentes y grandes empresas, sobre todo en internet, han decidido invertir en su cultivo.
Si tiene una granja y quiere hacer una inversión segura, cultive amor propio.

domingo, 1 de marzo de 2009

Conversación con ella

-Somos tan efímeros... quizá se deba a que dependemos de la duración del presente, de nuestra vida, de la memoria...
Sé que es nuestra naturaleza, pero quiero rebelarme contra ella. Ya lo hicieron otros antes ¿no? ¿Para qué mandaron sino construir los faraones las titánicas priámides? Para que se les recordase cuando ya nada de ellos quedase sobre la faz de la tierra. Y lo consiguieron ¿no?Más o menos... sólo recordamos tres o cuatro nombres... pero son más conocidas las pirámides que ellos... También realizando grandes acciones, ya sean buenas o malas...¿Una taza de café?No, claro que no, que tontería...¿a quién se le ocurre ofrecerle una taza de café a la muerte?Si probablemente ni comas no?¿Puedo tutearte?
La muerte asintió divertida
-Nunca me lo había planteado, pero la verdad es que ahora tengo miedo de desvanecerme,de que en cuanto acabe esta conversación todo el mundo se olvide de mí, una hormiga entre tantas... ¿Sabes?acabamos de conocernos y sin embargo siento que puedo confiar en tí, quizás sea por la seguridad de que no nos vamos a volver a ver en la vida, y tampoco tienes pinta de ser de ese tipo de ¿personas? que lo van contando todo por ahí... tampoco es que tengas pinta de hablar mucho jeje... aunque ¿para qué hablar si sabes que la conversación va a durar poco?Y si para mí dura poco, para tí ni te cuento, seguirás viva hasta que muera la vida, valga la redundancia jaja. A tí siempre te recordarán porque siempre que haya alguien o algo vivo ahí estarás tú... Debería haberlo pensado, lo mejor para que me recordasen sería ser la muerte... ¿no te interesaría jubil...?
La muerte le tocó con un dedo y el alma del hombre salió convertida en una nube de polvo que desapareció con una brisa proveniente de ningún lado.

-Sí, lo encontraron muerto en su cocina por sobredosis de somníferos. La vecina le oyó conversar solo por la noche y pensó que se había vuelto majara del todo, al no verle aparecer al día siguiente a por el periódico llamó a una ambulancia...
-Un buen hombre sí... pero desde que perdió a su esposa no era el mismo, y se había enganchado a esas pastillas para dormir...


El momento en el que más gente piensa en tí es en el que te mueres- pensó la muerte y se dió la vuelta orgullosa de haber conseguido cumplir al menos parte del sueño de un hombre.- El mío es un trabajo que llena.

lunes, 23 de febrero de 2009

Girasoles

Cerrar los ojos y vagar flotando con la imaginación sobre un campo de girasoles bañado por el sol. Sobre uno de esos perfectos campos de girasoles de los anuncios de aceite. Ahora, abro los ojos y veo pasar fugazmente a mi lado campos y campos de girasoles; pero no son como los del anuncio, no miran hacia arriba buscando que los rayos del sol rocen sus pétalos, los girasoles que pasan a mi lado, como fugaces rayos amarillos de pintura corrida sobre el lienzo, miran hacia abajo. No se asemejan a los luminosos cuadros de Monet, ni siquiera se acercan a los girasoles de Van Gogh, más bien son las pinturas negras que Goya jamás pintó.

sábado, 7 de febrero de 2009

Autorretrato

El sonido atronador de la radio llenaba la pequeña cocina. Se amorró al cartón de zumo y echó un largo trago. Patético, pensó. Iba describiéndose mentalmente la escena, lo solía hacer a menudo, y en aquel momento, si hubiese cambiado el zumo por cerveza le hubiese dado un aire más... bohemio? No sabía definir ese ambiente literario que tanto le gustaba y en el que tan poco se sentía.
Volvió la mirada hacia el papel que había encima de la mesa, releyó lo escrito, tachó algunas palabras, mordió la manzana que llevaba en la mano, escribió un par de palabras que tachó en el momento y acabó por arrugar el papel y lanzarlo a la papelera junto a los restos de la manzana.
Le parecía patético que le pareciese patético... otro maldito círculo vicioso.
Apagó la radio, no podía oir sus pensamientos con todo ese ruido.
Paseo la mirada por la cocina y la volvió a posar sobre el cuaderno en blanco. Palabras, palabras, palabras.
Empezó a garabatear por todo el papel una única palabra: palabras. Una y otra vez, en mayúscula, minúsculas, cursiva... siguió así hasta que se le cansó la mano y se le acabó el papel. Lo arrancó y lo lanzó a la papelera, rebotó contra el borde y cayó, pero no se molestó en recogerlo
Estaba igual que el papel, en blanco, pero sobre su mente no podía escribir.
Dejó el bolígrafo sobre el cuaderno y se puso a mirar por la ventana, imaginando a sus ideas corretear por los tejados vecinos.
Volverán cuando tengan hambre, como los gatos.

sábado, 31 de enero de 2009

Clase de latín

Cansancio. Sueño. Sopor.

La voz grave y monótona del profesor es para mí un zumbido sordo al que me he acostumbrado.

Templum, templum, templum.

Muero, poco a poco, lentamente. Mi reloj va despacio, muy despacio. El tiempo se ha detenido para verme morir de aburrimiento.

Templi, templo, templo

Que ironía, me mata una lengua muerta.

jueves, 22 de enero de 2009

Jazz

Jazz, íntimo,cálido, insinuante.
Traza líneas en tu mente, curvas sinuosas
que te invitan a olvidarte de todo lo demás.

El pum chas de la batería late en tu cabeza.

Entre curvas y cerveza pierdes poco a poco
la noción de la realidad.

El contrabajo marca el ritmo pausadamente.
Cuerdas rectas, cuerpo curvo.

Tu visión se nubla un instante por el humo del cigarro.
Has olvidado uqe estabas fumando. Ahora toda la ceniza
aun caliente descansa sobre la barra siempre sucia del bar.

Oyes el repicar de cada nota del piano,
tamborileas con los dedos sobre la barra imaginando
que eres un Scott Joplin cualquiera.

La música cesa y vuelves de golpe a la realidad.
Pagas deprisa, te levantas y huyes del jazz.
Del jazz, de su hipnótica atracción y de sus sensuales curvas

No quieres malgastar más cigarros.

lunes, 19 de enero de 2009

Perfección

Nadie es como aparenta; ni como querría ser.
Nos marcamos metas más o menos utópicas para conseguir la perfección, aunque sepamos que ésta es un objetivo inalcanzable.
Es imposible lograr la perfección, pero no lo es cumplir algunas de las metas que nos proponemos para alcanzarla.
Las metas que cumplimos nos hacen mejorar como personas y nos acercan un poco más a la ansiada perfección y aquellas metas que estaremos siempre persiguiendo son las que nos mantienen vivos, las que nos dan motivos por lo que seguir viviendo y seguir esforzándonos.

Nuestra propia imperfección es lo que da sentido a nuestra vida.

martes, 6 de enero de 2009

Líneas mentales

Hay muchas líneas en nuestra mente que separan unos conceptos de otros. Hay algunas que son tan difusas que nos hacen perder la seguridad de saber si algo es amor o mero cariño, si es hipocresía o educación, autoestima o egocentrismo...
Nos desconcierta no saber etiquetar nuestros pensamientos y emociones.
En un mundo en el que todo tiene un nombre, nos es todavía más difícil encajar fichas sin que nos digan donde van.
Nacimos sin manual de instrucciones y debemos montar la vida sin él: probando cosas nuevas, aprendiendo de los errores y mejorando con la experiencia.

domingo, 4 de enero de 2009

Tiempo

El mundo tiene prisa.
La vida es corta y única, hay que aprovecharla.
Comemos deprisa, hablamos deprisa, crecemos deprisa, olvidamos deprisa...
Todo lo queremos hacer, a todos nos da tiempo pero al precio de no hacerlo bien.
Ya no es la lucha contra el reloj de arena de la vida, es una batalla campal contra el segundero del reloj de muñeca que nos recuerda nuestra efimeridad. Esa efimerdidad que es una de las verdades que aunque presentes, nos cuesta aceptar: una verdad incómoda.
Las calles abarrotadas de gente que anda deprisa sin ver más allá de sus narices, sin escuchar más allá de sus cascos y sin detenerese a mirar lo que les rodea, sin saber apreciar las pequeñas tonterías con las que da gusto “perder” el tiempo.
Hemos tomado por costumbre acelerar nuestro ritmo hasta adaptarlo al del reloj, como un metrónomo que marca el tiempo del cual no nos podemos desviar.
No consiste en detener el tiempo, sino en detenernos nosotros.