miércoles, 30 de septiembre de 2009

2.0

Y llegó el día en el que se dejó de utilizar la comunicación oral. Y tras años, se olvidó por completo. Rostros serios, impasibles, demuestran sus emociones a traves emoticonos en las pantallas.
El “te quiero” más romántico que puedes recibir es por sms y el perdón más sincero mirando a los ojos de una pantalla. La gente camina sin levantar la vista; no hay necesidad: mirando el gps llegas a donde quieres sin los molestos contratiempos que surgen al encontrarse a alguien. A los niños no los trae la cigüeña, vienen en avión con un móvil debajo del brazo.
Se han perdido el cine la radió y la televisión, y nadie sabe gesticular. Los libros son ahora archivos de texto.
Pero el teatro, aunque se crea extinto por completo, ha logrado dejar parte de su esencia y parece que poco a poco , en mitad de los grandes núcleos urbanos surgen pequeños grupos de p ersonas que tratan de rebelarse y aprender a expresarse con el cuerpo. Estos grupos de personas se autodenominan “gestos” y su mayor ambición es aprender a sonreir.

martes, 29 de septiembre de 2009

Caza

Espero escondida tras la espesura en completo silencio. Todo mi cuerpo está en tensión y mi mirada se mantiene fija en el pequeño claro.
Creo escuchar algo y aguzo el oído; efectivamente, ahí están, acercándose vacilantes a mi cebo.
Apenas parpadeo.
Una gota de sudor se desliza por mi frente.
Sólo unos segundos más...
Avanzo con cautela intentando ver mejor pero un sonido lejano me distrae haciéndome caer estrepitosamente.
Veo impotente como todas las letras ,asustadas, huyen hacia la densa jungla de ideas, muy lejos de mi trampa de tinta y papel.
Recojo todo y marcho a casa. Hoy no está de mi parte la inspiración.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Puerta



La misma puerta que te encierra es la que te puede liberar. Y tal vez, aunque no lo sepas, tengas tú la llave.
Rebusca en los bolsillos de tu alma y entre el desorden mental. Revuelve entre los libros de la memoria y consulta al espejo de la verdad.
Mira bajo el sofá donde tantas cosas desaparecieron y en los estantes más altos de la razón, aquellos en los que las cosas quedan condenadas al olvido.
Quizás encuentres ahí la tan ansiada llave o quizá descubras que aquello que buscabas ha estado siempre en tu mano.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Partenón



El templo se alzaba contra el sol. Siglos de historia le contemplaban impasibles haciéndole setirse intimidado, diminuto, efímero.
Tras unos minutos contemplando el partenón, bajó la vista y se sintió privilegiado: ninguno de los viajeros observaba el monumento directamente, algunos lo hacía a través del objetivo de las cámaras y otros posaban de espaldas al templo para aparecer en la foto que reforzaría sus relatos del viaje.
Al mirar el conjunto, supo que era el único que estaba allí realmente, el único que observaba de verdad a la gigantesca mole de piedra.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Sonidos

Subía las angostas escaleras y se sentaba en el rellano del piso más alto cuya única puerta daba a un trastero. Tras acomodarse, sacaba de la mochila un cuaderno que apoyaba en sus rodillas y, con un lápiz en una mano y una goma en la otra, pasaba horas dibujando.
Le encantaba retratar cosas abstractas como el olor que subía desde el restaurante de la acera de enfrente o el fuerte perfume con que quedaba impregnado el edificio cada vez que cierta vecina salía a la calle. Pero sobre todo le gustaban los sonidos: el ahogado “clap, clap” de las vecinas que subían y bajaban las escaleras en zapatillas de andar por casa, las discusiones del matrimonio del tercero, los ladridos de un perro desde la calle o el cacareo telefónico de la hija de los del segundo.
Cada sonido era un mundo, y su conjunto una jungla salvaje e inescrutable que podía tener mil y una interpretaciones. Había decidido mostrar la suya dibujando aquello que no podía ser dibujado.

Luna

La superficie del lago tembló y con ella el reflejo de la luna. La muchacha se asustó al verla deformada y metió las manos en el agua, tratando de parar las ondas pero sólo consiguió crear más. Conmovida, se miró las manos mojadas y echó a llorar.
-¿Que os ocurre?¿Por qué llorais? Permitid a este sencillo hombre escucharos y quizá os pueda ser de ayuda
- Aunque agradezco vuestro ofrecimiento, dudo que nadie pueda hacer algo en esta situación- replicó ella entre sollozos e hipidos, señalando al lago - y ciertamente no merece ayuda alguna una simple esclava que por querer tocar la luna la primera vez que la ve, la ha roto.
El hombre dejó escapar una carcajada
-¿Cómo pretendeis ver lo bello de este mundo si no levantais la vista de los pies, si sólo veis reflejos y sombras de la realidad?
Arrojó una piedra al lago y sonriendo ante el grito ahogado de la muchacha al contemplar el borrón plateado sobre la ondulante superficie, la cogió suavemente del mentón y le hizo mirar directamente a la luna.
-Observad pequeña, la belleza real de las cosas. Mirad a los ojos para comprender...

-¿Dónde estabas?¿Qué te dije de no alejarte de mí?- una mujerona llegó corriendo sin resuello hasta donde se encontraban- ¡Muchacha insolente! No mires directamente a este hombre, un esclavo no debe mirar a la cara y ya deberías saberlo. Disculpe si le ha molestado- ahora se dirigía al hombre- es la primera vez que sale de la casa y está algo alterada.- Cogió violentamente a la muchacha del brazo y se la llevó casi a rastras por el camino, sin parar de murmurar-Si es que cuando dije yo que no estaba preparada era por algo...

La muchacha se giró por última vez y observó las dos lunas, la real y el reflejo y decidió guardar en su mente el recuerdo de las dos realidades, y aunque trató de escrutar entre las sombras, no consiguió distinguir al hombre que le había abierto los ojos.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Ketchup

Sopesó el bote de ketchup: estaba casi vacío. Le dio un golpe en la base y apretó con fuerza, un pegote rojo cayó sobre la hamburguesa. Dejó el bote aplastado a un lado y recolocó el pan, al levantar la hamburguesa, notó que algo frío se le deslizaba por el dedo. Asustado, se miró la mano y suspiró aliviado al comprobar que sólo era ketchup. Al chuparlo le supo raro, pero en cuanto mordió la hamburguesa le quitó importancia.
Al sonido del televisor se sumaba el farfullar del hombre criticando todo cuanto sucedía en el partido de fútbol que estaba viendo, sin importarle que cada vez que lo hacía se le caía la mitad de la comida que llevaba en la boca. Cuando acabó y miró mesa, la vio llena de manchas rojas y mientras examinaba el bote en busca de algún agujero, sintió que algo líquido le goteaba en la cabeza. Alzó la vista y descubrió con horror una paloma clavada en el techo, con las alas extendidas sujetas con clavos, chorreando sangre.
Parpadeó sin apartar la vista de la macabra imagen y una gota que se deslizaba por el pico del animal dio de pleno en su nariz: entonces le invadió el miedo.
Se levantó de golpe y removió el caos de la mesa hasta dar con las llaves.
Una vez en la calle ni siquiera se dio cuenta del frío que hacía y de que la ropa que llevaba puesta apenas abrigaba. Andó largo rato por las silenciosas calles alumbradas por la luz anaranjada de las farolas girándose cada pocos pasos para comprobar que nadie le seguía. Conocía el símbolo de la paloma crucificada y también su significado: venganza. Por alguna razón había mantenido la esperanza de que aquel incidente ocurrido años atrás hubiese quedado en el olvido, pero en el fondo siempre había sabido que tarde o temprano se cumpliría la venganza contra él.
Sin darse cuenta había llegado hasta un pequeño callejón completamente vacío a excepción de un viejo Ford aparcado. Aceleró el paso dispuesto a cruzarlo deprisa, pero al pasar junto al coche, oyó salir una voz del interior que le hizo frenar.
“Hey, tú”
Se volvió bruscamente y su pulso se aceleró al descubrir que estaba vacío.
“Hey you! en inglés, es la tercera canción que oiremos en el pequeño homenaje que hacemos esta noche al famoso cuarteto de Liverpool... ”
Sólo era la radio. Suspiró aliviado y sonrió sintiéndose algo avergonzado por haberse asustado tan fácilmente. Pero la sonrisa se transformó en una mueca de pánico cuando apareció tras él en el reflejo del cristal la cara con la que tantas noches había soñado: eran las facciones que anunciaban su muerte.