viernes, 10 de diciembre de 2010

La primera curva

Y al llegar a la primera curva es cuando descubres que no sabes conducir, que has llegado hasta allí por suerte o por inercia, porque hasta ahora el trayecto ha sido sólo en línea recta.
Toda esa seguridad y confianza que tenías desaparecen al instante. Aferras fuertemente el volante, como intentando que no se escape, pero resbala entre tus dedos. Las puertas no se abren.
Incapaz de controlar la situación intentas girar una y otra vez, aun sabiendo que todo esfuerzo es en vano.
Miras hacia delante y tu vista se encuentra con el muro al que te acercas inexorablemente y a gran velocidad.
Con una mano aun en el volante y otra en el cinturón, miras de nuevo al cielo en busca de esa última esperanza de que Superman ( o quizá Spiderman) acuda a salvarte.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Tierra roja


Continuó caminando, cada vez más deprisa, sin parar. Y no veía nada más allá de la tierra roja donde debía dar el siguiente paso.
El polvo le cubría por completo, mimetizándolo con el enterono, y aunque él no lo notaba, los ojos le lloraban desde hacía largo rato.
Ensimismado, siguiendo el rumbo marcado hacia algún lugar desconocido, continuó por aquel camino que tantos antes habían recorrido, y el que casi ninguno se había atrevido a dejar, por miedo a perderse y no llegar a esa desconocida meta.
Apenas dormía lo justo para descansar y emprender la marcha de nuevo al alba y comía aquello que tenía a mano, sin poner ni un pie fuera del camino.
Sin noción del paso del tiempo, se deslizaba arrastrando los pies, rodeado de un monótono paisaje en el que de vez en cuando se distinguían a lo lejos algún bosque o una montaña nevada. Pero él no se percataba de esto, no veía nada más que aquella tierra roja.
Y finalmente llegó a su destino. De alguna manera notó que era aquella su meta y levantó por primera vez la vista del suelo, fijándola en la inmensa llanura roja que se extendía ante él.
Pasó unos minutos extasiado, mirando aquella roja inmensidad hasta que se percató de que algo se movía. Y no era algo en la planicie lo que se movía, sino toda ella, pues estaba viva. Y se dio cuenta de que no era tierra lo que él había tomado por una llanura roja sino personas, las miles de personas que antes que él habían recorrido aquel sendero quedando también cubiertas por el polvo rojo y que ahora permanecían ahí, de pie, unas junto a otras sin inmutarse, aguardando algo.
Se internó en aquel mar de gente en el que no se distinguían hombres de mujeres, blancos de negros y se quedó ahí, al igual que todos ellos, a la espera de algo que ignoraban, pero felices al sentirse aceptados y parte de aquello.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Banderas

Y harto de banderas, himnos y fronteras, comenzó a guardar un trozo de tela de cada lugar que significaba algo para él. Reunió retales de todos los tamaños y colores que le traían olores y recuerdos.Y tras coserlos juntos, los colgó del balcón de su casa orgulloso de aquella bandera de ninguna y de todas partes, que no conocía fronteras ni tiempo. Y él, que se había reido de todos los símbolos, miraba con orgullo aquella tela, encontrando siempre con la mirada algún retazo ya olivdado con el paso del tiempo que le hacía sonreir al recordar su origen. Y no dejó de crecer la bandera al tiempo que él envejecía, hasta el punto en que cubrió por completo la pared de su casa.
Y cada vez que alguien le preguntaba por su procedencía, él respondía que era la misma que la de la bandera. Y en cierta manera era cierto, porque aquella casa lo reperesentaba todo para él, su hogar, su patria y su bandera.

(Gracias Pablo, por darle el final que yo no encontraba)

viernes, 13 de agosto de 2010

Blanco, negro y gris.

Blanco y negro. Como una vieja película muda, pues dejó de sonar cuando prohibiste a tus dedos volver a bailar sobre las teclas que tantas veces habían recorrido. Te prohibiste bailar tú también, pues le dedicabas mucho tiempo, y poco a poco hasta dejaste de tararear cuando estabas por la casa.
Las películas y libros perdieron interés para ti y argumentabas que si bastante tiempo te ocupaba la vida real, como para perderlo con vidas ficticias.
Dejaste de disfrutar con los paseos, los baños en el río y las noches enteras viendo las estrellas, preguntándonos en voz alta y discutiendo con ellas. Dejaste de disfrutar también del sueño que consumía mucho tiempo.
Todo tenía que ser rápido y eficaz, y aquello que no lo fuese era innecesario, como los sentimientos y las risas.
Y comenzaste a fumar esos pequeños cigarros que no te quitabas de la boca ni para comer, con cuyas colillas llenabas ceniceros hasta que desbordaban.
Fuste apartando tu ropa de color y no perdías tiempo en elegirla, comenzando a vestir con traje y bombín grises, convirtiéndote así en uno de los suyos, en uno de aquellos hombres que no pierden ni disfrutan un segundo de su tiempo: en uno de los hombres grises.

(Homenaje a "Momo" de Michael Ende)

martes, 22 de junio de 2010

Sombras

Te asustas de las grandes sombras proyectadas en la pared. Te aterroriza tanto que no tienes valor para girarte y averiguar qué es lo que las produce. Así que continuas con el eterno miedo. Y tu imaginación, que de pronto se ve despierta y libre tras un largo letargo, decide jugar, haciendo todavía más terroríficas las oscuras proyecciones, dándoles relieve, color y hasta movimiento. Y ves en ellas todo aquello que te aterra, que parece no existir durante el día y que ahora te acosa, cuando más sólo estás. Te proteges con la manta, sabes que no sirve de nada, pero te hace sentir extrañamente mejor. No te atreves a mirar bajo la cama, aunque sabes que sólo están tus zapatillas y quizá alguna pelusa.
Finalmente, un día te decides a plantarle cara a lo que genera todas aquellas sombras. Debajo de las mantas, haces acopio de valor y cuentas hasta tres. Saltas al suelo de golpe y descubres que las sombras sólo eran un efecto del desorden de tu cuarto y de la luna llena. Al mirarla, piensas que quizá todo aquello sea la fomra que tiene la luna de sólo dejar admirar su belleza a los más valientes.

jueves, 3 de junio de 2010

La Gran Ópera del Mundo

Habló Calderón de “El Gran Teatro del Mundo”, pero más que un teatro me parece una ópera en la que cada uno interpreta su propia aria. Pero hemos pillado la obra empezada y nadie tiene el panfleto que explica el argumento. Puedes elegir ser un simple observador, tratando de entender o inventarte tu propia historia, lanzarte al escenario y cambiar el curso d ellos acontecimientos. Sin buenos ni malos, todo depende del papel que hayas adoptado. Perdido el guión, habrá que improvisar, sin saber los propios actores si están interpretando una tragedia o una comedia, ni como acabará.
Pero en definitiva, de lo que se trata es que de cuando se apaguen las luces y se oigan los aplausos, uno esté contento por haber ofrecido un buen espectáculo.
Píntate la cara de blanco y ponte la nariz roja. El público te espera. Se encienden los focos. Se levanta el telón.

miércoles, 2 de junio de 2010

Mercado

Al entrar al recinto del mercado se quedó asombrado, siempre había asociado mercado negro con algo oscuro y clandestino. Pero la plaza, aunque en un lugar imposible de encontrar sin las señas exactas, era un hervidero de color y sonidos. Los vendedores anunciaban a voz en grito sus mercancías como si de fruta o pescado se tratase.
“¡Felicidad, señoras y señores!, ¡Vendo felicidad!¡Qué cara más larga tienes muchacho!¿Qué me dices si te pongo un par de botellas? Ya verás que bien... si me compras dos te regalo la tercera...

“Ojos, piernas, pelo! Mire joven que ojos azules tan bonitos!Se te echarán todas las mujeres encima con ellos ...te los dejo a 7 oros cada uno...
Siguió deambulando entre puestos, fascinado por lo que se vendía; desde dulces sueños a horribles pesadillas, desde el piar de un pájaro hasta el olor a hierba mojada...
Era el lugar donde lo incomprable podía ser comprado. Estaba seguro de que solo allí encontraría lo que buscaba.
Avanzó un poco más hasta llegar al tenderete que buscaba. Un anciano de larga blarba blanca y vestido con una especie de hábito de monje esperaba clientes pacientemente sentado tras una mesa en la que exponía sacos llenos de arena de colores con rótulos como: “tiempo libre” “tiempo de estudio” “tiempo de sueño”...
Los observó tímidamente hasta que se atrevió a preguntar
“¿Tiene tiempo a secas?”
El hombre sonrió asintiendo , al tiempo que sacaba de debajo de la mesa un saco gris.
El joven tosió, manchando de sangre el pañuelo con el que se había tapado la boca.
“¿Cuanto le pongo?”
“Un par de meses, no más. Lo justo para arreglar los asuntos pendientes”
El chico sacó del zurrón un reloj de arena casi a punto de agotarse y dejó que el hombre lo abriese y lo rellenase. Pagó y se dio la vuelta para marcharse, pero el hombre le llamó.
“Tenga cuidado. A veces esta prórroga nos gusta tanto que la alargamos demasiado. Sino, míreme a mi”

miércoles, 26 de mayo de 2010

El cuadro


(Relato basado en el dibujo de Alex Valle)
El cuadro colgaba sobre la chimenea, presidiendo el salón. En él una hermosa joven observaba con dulzura al ratoncillo subido sobre su mano.
María había entrado pocas semanas antes como criada al servicio de la casa y había quedado impresionada por la belleza de la muchacha del retrato.
Según sabía, el señor de la casa se había mudado recientemente a la ciudad desde algún lugar del norte. Su discreción y su posición de sirvienta le impedían preguntar sobre la retratada, pero no imaginar:¿Sería la esposa de su señor muerta joven por alguna enfermedad?¿O puede que su hija? Quizá fuese una amante... tenía el tipo de aquellas actrices de esas comedias tan de moda en el teatro del momento. No sólo ella, sino todo el servicio rumoreaba y fantaseaba historias sobre amores imposibles, desgracias, lágrimas, reencuentros y todos aquellos elementos fundamentales en las novelas rosas que tanto les gustaban.
María no terminaba de creerse ninguno de estos rumores pero le hacían gracia, eran imaginativos, alocados a veces y les entretenían durante horas.
Observaba disimuladamente el cuadro cada vez que pasaba por delante hasta que cierto día la sorprendió su señor cuando examinaba con fijeda la pintura. Al verse descubierta bajó la vista y se apresuró a salir de la habitación pero el hombre la retuvo con un gesto y le habló sin apartar la vista del rostro de la joven dibujada.
-“Es hermosa, ¿verdad?”
-“Mucho señor” se apresuró a responder.
-“¿Nunca te has preguntado quien podría ser?”
-“Muchas veces señor, hasta he oido historias, pero dudo que sean ciertas”
-“To rambién las he oido”-rió-“Fantásticas novelas de amor. Pero te contaré un secreto”-dijo bajando la voz-“No es ninguna amante, hija, ni mujer, ni siquiera es real. Es la inspiración hecha persona, una musa imaginaria que pintó un amigo para mí, cuando la inspiración me fallaba”

domingo, 23 de mayo de 2010

Nosotros

Escondemos la buena suerte en una herradura y la mala bajo una escalera.
Envolvemos la navidad en papel de regalo y transformamos los años en velas.
Atrapamos el tiempo en un reloj y hacemos de la libertad una paloma.
Limitamos lo ilimtable.
Diferenciamos lo que es igual e igualamos lo que es distinto.
No llamamos negro a lo negro ni blanco a lo blanco.
Creemos en lo increible y negamos lo evidente.
Vivimos por y para lo intangible: necesitamos respuestas y significado;y nos seguimos preguntando.
Gritamos como si el volumen nos diese la razón o nos fiamos de un número para saber lo listos o guapos que somos.
Lloramos con las películas y no con los telediarios.
Somos la contradicción, la respuesta a nuestra propia pregunta.

miércoles, 28 de abril de 2010

GATO

Como un niño pequeño comenzó a dibujar garabatos sin sentido en el papel. Siguió hablando por teléfono y pintando a la vez curvas, rectas... figuras extrañas que, para cuando quiso darse cuenta, habían cobrado vida propia y danzaban por el papel cruzándose unas con otras, fundiéndose y creando formas aleatorias que siempre le recordaban a algo y que además, parecían ilustrar su conversación.
Finalmente, quedó algo parecido a un gato negro.
Colgó el teléfono suspirando y al volver a fijar la vista en el cuaderno, contempló la hoja en blanco: el gato ya no estaba. Notó un movimiento por el rabillo del ojo y al girarse lo vio moviéndose tranquilamente entre los libros de la estantería y rascándose el lomo en un viejo ejemplar de cuentos de Poe.
Lo miró con odio. Aquel maldito gato negro le traía malos recuerdos.
Se acercó sigilosamente intentando agarrarlo y entonces se dio cuenta de que no sabía cómo. Quizá con el cuaderno... Sí, sí, eso era, si conseguía que entrase de nuevo en las páginas, desaparecería.
Volvió a por el cuaderno y cuando lo tuvo entre las manos contó mentalmente: uno... dos... y ¡TRES!
Se abalanzó sobre la estantería logrando únicamente tirarla al suelo, esparciendo todos los libros y haciendo huir al gato asustado hacia el pasillo. Salió furioso, pisando sin miramentos todo lo que había quedado desparramado y armado con el cuaderno, gritó al gato que ya estaba paseándose por las blancas paredes del salón.
Estaba histérico, el estúpido animal le hacía recordar y eso le ponía nervioso, y lo que peor le sabía era que si eso estaba ahí era porque él lo había dibujado.
Se paró respirando agitadamente, contemplando el caos a su alrededor.
Siguió buscándolo y lo vio reflejado en el espejo del baño. Sin pensarlo, agarró le grifo de la ducha y mojó con furia las paredes, intentando que desapareciese la mancha negra que ya saltaba pro los toalleros huyendo hacia la cocina.
Cegado por la rabia, corrió tras él, decidido a capturarlo fuese como fuese.

* * *

-¿Hola?¿Marcos? Le pregunté a mamá por tí y me dijo que hacía tiempo que no la llamabas. La tienes preocupada...

La mujer se paró en seco al ver el caos en el escritorio: la estantería en el suelo, los libros esparcidos y un gran montón de rotuladores permanentes. Alzó la vista y contempló horrorizada los garabatos que cubrían las paredes: cientos de figuras de gatos negros dibujados con un trazo simple, casi infatil. Oyó un maullido que venía del salón.

-¡Marcos!¡Marcos!

Atravesó el pasillo corriendo hacie al fondo de la casa, sintiéndose delirar entre las figuras deformes que, pese a no tener ojos, parecían observarle desde las paredes de toda la casa. Sus pies chapoteaban en el agua que venía del baño y que comenzaba a inundar toda la casa.
Llegó al salón y ahogó un grito: ahí estaba él, inmóvil, tumbado boca arriba en el sofá, maullando con la mirada fija en el techo.

lunes, 26 de abril de 2010

Mi último viaje

-”En el fondo, no es tan mal trabajo como parece”- La negra capucha cubría casi todo el rostro dejando únicamente al descubierto la larga barba y unos labios que dibujaban una media sonrisa irónica.-No me puedo quejar de no viajar, pero siempre el mismo recorrido, aunque no pueda verlo lo noto”-Alzó la cabeza y dos ojos ciegos parecieron clavarse en los míos.
-”Entonces ¿Porqué no lo dejas?-pregunté
-”No sé hacer otra cosa, estoy hecho para esto. Y a estas alturas de la inmortalidad...”- su risa cavernosa retumbó por la cueva e hizo que el resto de pasajeros se nos quedase mirando.
-”Mi trabajo me gusta, nunca me he plateado dejarlo. Los viajes de ida son entretenidos, la gente me cuenta suss historias, aprendo de ellas...Podría relatarte mil y una hisotrias de vidas: amores imposibles, aventureros, científicos, filósofos, sacerdotes...”
En cada viaje vivo varias vidas, les pregunto y me cuentan. Cuando hago el viaje de de vuelta, solo, trato e imaginarme lo que es vivir. Aunque viendo como se lanzan unos de cabeza la muerte, y lo desdichados que se sienten otros por lo que han dejadó allá, me alegro de vivir así.
La barca chocó en ese momento contra la orilla.
-”En todos los viajes que he hecho, eres la primera persona que en vez de contarme su vida y su muerte pregunta por mi vida”-
Toqué inconscientemente la muñeca, donde debían estar en mi cuerpo los cortes que me habían quitado la vida. Mi vida a cambio de mi sueño, todo por conocerle. Me tendió la mano para ayudarme a bajar y me la besó antes de alejar la barca de nosotros, dejándonos solos frente a las puertas del averno.
Me giré una última vez y ví la silueta de Caronte y su barca fundiéndose con las sombras de la cueva.

(Viejo relato recuperado tras un fortuito encuentro con Caronte que me lo ha hecho recordar ^^)

martes, 13 de abril de 2010

No woman no cry?
No man, don't cry. Porque los hombres de verdad no lloran y los soldados lo hacen de noche. Porque mostrar la debilidad es exponerte y ser un blanco fácil. Y nadie quiere ser cazado pues su cuerpo sería expuesto al fuego lento de las miradas que le juzgarían antes de alimentarse de él.
Sorberse los mocos, enjugar las lágrimas y tapar la herida con una tirita.

martes, 16 de marzo de 2010

Como cada vez que iba a pensar, se descolgó la llave del cuello, se la introdujo por la oreja y se dio cuerda.
Los engranajes de su cabeza comenzaron a moverse lentamente, pidiendo con chirridos ser engrasados de nuevo.
Se acercó al estante y cogiendo la aceitera, se la aplicó al oido haciendo callar los metálicos ruidos.
Con la misma llave de antes, abrió su pecho y le dio cuerda al viejo reloj que guardaba en su interiro, cuyo tic-tac le acompañaba siempre. Lo guardó de nuevo con cuidado y comenzó a caminar al ritmo que marcaban las agujas.
Comenzaba un nuevo día.

jueves, 11 de marzo de 2010

Chicles

Se me acercó con una sonrisa tímida y me tendió una bolsa llena de chicles con forma de melón.
“Lo siento yaya, no tendría que haberte dicho eso, estaba enfadada por el exámen pero no tendría que haberlo pagado contigo. Me hubiese gustado poder traerte un melón, que sé que te encantan, pero como no es temporada...”
Sonreimos y nos abrazamos. Pasamos toda la tarde juntas, como hacíamos de vez en cuando: me contaba ella su vida y me preguntaba por la mía.
Cuando se marchó, me fui a mi cuarto sonriendo y coloqué la bolsa de chicles junto al vaso para la dentadura.
Reí para mis adentros: con la buena intención con la que había venido ¿quién se atrevía a decirle que con la dentadura no se pueden comer chicles?

miércoles, 10 de marzo de 2010

Caretas

Me tendió la mano manchada de la tinta del periódico que había estado retorciendo con nerviosismo antes de que yo llegase. Hizo un amago de quitarse el antifaz que llevaba puesto pero con un gesto le indiqué que si así estaba más cómodo, no tenía porqué hacerlo. Suspiró aliviado y tras rechazar la copa que le ofrecía, mostró impaciencia por comenzar.
Le conduje hasta el gran almacén donde todas las paredes estaban cubiertas por una siniestra exposición de máscaras que nos miraban con ojos vacíos. Aun nervioso, pasó unos minutos hasta decidirse por una máscara dorada y negra que me pidió probarse.
Le dije que le quedaba estupendamente mientras él se miraba en el espejo con orgullo.
Le llevé luego hasta el gran guardarropa repleto de trajes negros, todos iguales y se puso uno de su talla y unos lustrosos zapatos negros. Se le notaba emocionado.
Cuando estuvo listo le conduje hasta el salón donde le esperaba la sociedad, ya dispuesta a aceptarle con este nuevo rostro. Antes de cruzar el gran portón, se giró hacia mi para darme las gracias y le tendí su antiguo antifaz por si quería guardarlo. Señaló su careta diciendo que ya no lo iba a necesitar y me dio las gracias de nuevo con esa sonrisa pintada que yo ya sabía que no desaparecería jamás. Le sonreí una última vez, sinceramente pero con pena, sabiendo que la mía iba a ser la última sonrisa de verdad que iba a ver.

lunes, 1 de marzo de 2010

Esperpento

Echas a andar, bajo la lluvia, evitando los charcos y mirando cómo se proyecta sobre ellos la luz de las farolas. Y los pisas, para que el reflejo se distorsione y tiemble en onduladas curvas que hacen parecer la deformación suave e indolora, casi agradable. Igual que cuando miras a través del vaso: lleno, te refleja; vacío, distorsiona la realidad. Pero los colores siguen ahí, tristes, apagados. E insistes en no salir de día y continuar buscando los rayos de sol durante la noche.
Con los rasgos tapados vas recorriendo las calles, como un Dr Jekyll avergonzado y temeroso de salir a la luz del sol porque no quiere que se descubra su Mr Hyde.
Todo te parece gris y apagado, porque lo ves de noche, sin apenas iluminación.
Y quizá, ese Mr Hyde no sea tan malo como parece y simplemente viva asustado porque lo has condenado a una vida en blanco y negro. A cámara rápida, como una peli de Charlot, sin tiempo para detenerse a pensar si realmente le gusta ser así y si puede hacer algo para cambiarlo.
Las luces, las sombras, danzan a tu alrededor en un frenético vals, haciéndote sentir en un infierno que a fin de cuentas te pertenece, te hace sentir en casa.

viernes, 19 de febrero de 2010

Siguiendo el sendero

Y siguiendo el sendero del bosque llegamos a un pequeño claro donde vimos a lo lejos una pequeña casita de piedra. Una bella mujer salió a recibirnos y nos hizo señas desde el umbral de la puerta para que nos acercásemos.Pero cuando nos acercamos a ella, descubrimos que no era una joven, sino una anciana embutida en un vestido demasiado pequeño que quizá le sentase bien muchos años atrás. Su cabello, que en la distancia parecía rubio y abundante, resultó no ser más que unas hebras marchitas de canas dispuestas al azar sobre el cuero cabelludo.
-¡Corre Hansel!-le grité a mi hermano-¡Es la bruja!
Y salimos corriendo, dejándola sola mientras nos gritaba que no huyésemos, que no era una bruja, que se llamaba Rapuncel y que las princesas también envejecen.

martes, 2 de febrero de 2010

Cuando el pastor no podía dormir

El pequeño pastor sufría insomnio, y contar ovejas no le servía de nada porque de tanto tiempo contando el rebaño, era inmune a su efecto soporífero.
Una noche, cansado de que ninguno de los remedios que le ofrecian en el pueblo surtiese efecto, decidió preguntar a sus ovejas qué hacían para dormir.
-Contamos pastores- le respondieron al unísono.
Y desde aquella noche, el pastor contó pastores junto a sus ovejas hasta quedarse profundamente dormido


(Mi pequeño homenaje a uno de mis libros de la infancia "Cuando los borregos no pueden dormir" de Satoshi Kitamura)

viernes, 29 de enero de 2010

Bosque de piedra

Seguí buscando, sintiéndome observada en todo momento por esos personajes fríos, inmóviles, que no apartaban de mi sus ojos de piedra mientras yo los sorteaba. Me parecían todos iguales y no estaba segura de si andaba en línea recta o en círculos. Cada cierto tiempo, se abría un claro entre el bosque de estátuas y me encontraba con una fuente. Un escalofrío me recorrió el cuerpo; esos Adonis y Afroditas de piedra parecían mantener mudas conversaciones a mi alrededor.
Creía que por fin había dado con la salida justo cuando me encontré de frente por tercera vez con la pareja de flamencos rosas.
Desesperada, me senté sobre una seta pidiendo permiso al enano que la custodiaba.
Se me ocurrió que si en ese instante me dormía, al despertar creería estar en el País de las Marravilas. Obesrvé a un gran gato de piedra e imaginé una gran sonrisa burlona en su cara.
Pero cuando escuché atentamente, esperando oir un “que le corten la cabeza”sólo oí a mi madre llamarme a gritos y asegurar que esa era la última vez que le acompañaba a comprar adornos para el jardín.
Me levanté y caminé lentamente hacia ella, haciendo girar con el dedo todos los molinillos de viento que me cruzaba a mi paso y pensé que al ritmo al que compraba adornos de jardín mi madre, el nuestro iba a acabar dando tanto miedo como esa tienda.
Eso sí, en nuestro jardín por lo menos alguna planta había.

jueves, 14 de enero de 2010

Generación del 98

Muy buena cosecha, si señor. Un vino con un toque especial...

martes, 5 de enero de 2010

Siento que las ideas revolotean por mi mente, como mariposas de jabón que se escurren entre mis manos o explotan como si fuesen burbujas al mínimo contacto con mis dedos. Y tengo necesidad de ellas; de verlas, atraparlas, entenderlas y soltarlas de nuevo para verlas volar.

viernes, 1 de enero de 2010

VALHALLA

Creyó despertar de un largo sueño, pero se sentía extrañamente ligero. Abrió cautelosamente los ojos y se encontró frente a una gloriosa estampa: una mujer joven, fuerte, armada para la batalla y montada en un robusto corcel le indicaba con un gesto que subiese con ella al caballo.
El hombre miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en mitad de un campo de batalla en el que bravos guerreros se batían entre sí. Le inundó un fuerte olor a sudor, tierra y sangre que le era muy conocido. Parpadeó unos instantes, recordando, y miró al suelo donde descubrió su propio cuerpo muerto, inmóvil, atravesado por una lanza a la altura del estómago.
Entonces comprendió.
Subió a la grupa del caballo y dejó que aquella servidora de Odín lo guiase hacia su destino. Sabía que había sido elegido entre todos los guerreros muertos en aquella batalla y que tendría el honor de cruzar aquellas puertas por tantos ansiadas: las puertas del Valhalla.