lunes, 23 de febrero de 2009

Girasoles

Cerrar los ojos y vagar flotando con la imaginación sobre un campo de girasoles bañado por el sol. Sobre uno de esos perfectos campos de girasoles de los anuncios de aceite. Ahora, abro los ojos y veo pasar fugazmente a mi lado campos y campos de girasoles; pero no son como los del anuncio, no miran hacia arriba buscando que los rayos del sol rocen sus pétalos, los girasoles que pasan a mi lado, como fugaces rayos amarillos de pintura corrida sobre el lienzo, miran hacia abajo. No se asemejan a los luminosos cuadros de Monet, ni siquiera se acercan a los girasoles de Van Gogh, más bien son las pinturas negras que Goya jamás pintó.

sábado, 7 de febrero de 2009

Autorretrato

El sonido atronador de la radio llenaba la pequeña cocina. Se amorró al cartón de zumo y echó un largo trago. Patético, pensó. Iba describiéndose mentalmente la escena, lo solía hacer a menudo, y en aquel momento, si hubiese cambiado el zumo por cerveza le hubiese dado un aire más... bohemio? No sabía definir ese ambiente literario que tanto le gustaba y en el que tan poco se sentía.
Volvió la mirada hacia el papel que había encima de la mesa, releyó lo escrito, tachó algunas palabras, mordió la manzana que llevaba en la mano, escribió un par de palabras que tachó en el momento y acabó por arrugar el papel y lanzarlo a la papelera junto a los restos de la manzana.
Le parecía patético que le pareciese patético... otro maldito círculo vicioso.
Apagó la radio, no podía oir sus pensamientos con todo ese ruido.
Paseo la mirada por la cocina y la volvió a posar sobre el cuaderno en blanco. Palabras, palabras, palabras.
Empezó a garabatear por todo el papel una única palabra: palabras. Una y otra vez, en mayúscula, minúsculas, cursiva... siguió así hasta que se le cansó la mano y se le acabó el papel. Lo arrancó y lo lanzó a la papelera, rebotó contra el borde y cayó, pero no se molestó en recogerlo
Estaba igual que el papel, en blanco, pero sobre su mente no podía escribir.
Dejó el bolígrafo sobre el cuaderno y se puso a mirar por la ventana, imaginando a sus ideas corretear por los tejados vecinos.
Volverán cuando tengan hambre, como los gatos.