martes, 16 de marzo de 2010

Como cada vez que iba a pensar, se descolgó la llave del cuello, se la introdujo por la oreja y se dio cuerda.
Los engranajes de su cabeza comenzaron a moverse lentamente, pidiendo con chirridos ser engrasados de nuevo.
Se acercó al estante y cogiendo la aceitera, se la aplicó al oido haciendo callar los metálicos ruidos.
Con la misma llave de antes, abrió su pecho y le dio cuerda al viejo reloj que guardaba en su interiro, cuyo tic-tac le acompañaba siempre. Lo guardó de nuevo con cuidado y comenzó a caminar al ritmo que marcaban las agujas.
Comenzaba un nuevo día.

2 comentarios:

  1. ¡Ala, cómo mola!
    Muy original, pero ten cuidado con la "cuarda del reloj", que es muy traicionera ;)

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  2. Me encanta ... Soy laura ... no me deja firmar desde mi blog asiq te dejo aquí la pagina ^^

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