jueves, 11 de marzo de 2010

Chicles

Se me acercó con una sonrisa tímida y me tendió una bolsa llena de chicles con forma de melón.
“Lo siento yaya, no tendría que haberte dicho eso, estaba enfadada por el exámen pero no tendría que haberlo pagado contigo. Me hubiese gustado poder traerte un melón, que sé que te encantan, pero como no es temporada...”
Sonreimos y nos abrazamos. Pasamos toda la tarde juntas, como hacíamos de vez en cuando: me contaba ella su vida y me preguntaba por la mía.
Cuando se marchó, me fui a mi cuarto sonriendo y coloqué la bolsa de chicles junto al vaso para la dentadura.
Reí para mis adentros: con la buena intención con la que había venido ¿quién se atrevía a decirle que con la dentadura no se pueden comer chicles?

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