viernes, 5 de junio de 2009

Tu quoque? II

Sus músculos estaban tan tensos que se sentía relajado. Intentó no pensarlo mucho, pues corría el riesgo de arrepentirse. Se escondía entre las sombras, con el cuerpo apoyado en la fría pared del edificio. Notaba cada latido, cada respiración. Sentía como una gota de sudor se deslizaba por su frente para acabar desapareciendo en una de sus pobladas cejas. Oyó un rumor y se puso en guardia. observó cómo aquel todopoderosa caía sometido ante lo único sobre lo que no tenía dominio: la propia muerte.
Entre el grupo de gente asomaron manos con puñales y túnicas manchadas todas de la misma sangre.
Entonces reaccionó y atacó. Clavó el piñal en el moribundo que le miró con lágrimas en los ojos. No se enterneció ante el dolor de aquel que fue como su padre.
Tras asegurarse de que estaba muerto se marchó del lugar con paso rápido pero firme y la satisfacción del trabajo bien hecho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario