domingo, 7 de junio de 2009

Tarde de verano

Me asomo a la ventana de mi cuarto que da a la calle. En mitad de la ciudad, la naturaleza ha encontrado sus sitio: las golondrinas han anidado en la esquina superior de la ventana y un saltamontes me mira impasible desde el alfeizar, pienso que sería un buen jugador de póquer. Desde aquí arriba parece más grande que la gente que pasa por la calle. Por unos momentos me lo imagino destrozando la ciudad... un remake de Godzilla con un saltamontes gigante... un ruido me saca de mis pensamientos.

¡Bang, bang! No hay sitio para los dos en esta ciudad forastero...

El sonido de un televisor a todo volumen escapa por una ventana entreabierta y se mezcla con la charla de un grupo de amigos que salen de comer en un restaurante.
El tiempo amenaza lluvia y el bochorno aumenta.
Alguien corre un mueble, o quizá sea un trueno.
Las calles se vacían . Calor y el sonido de la lluvia.

¡Bang, bang! Al fin se ha vengado la muerte de mi hermano...

Se acaba la película y apagan la televisión.
La lluvia ha cesado dejando un dulce aroma a asfalto mojado.


Adoro las tardes de verano.

1 comentario:

  1. Ayer con la supertormenta que hubo me acordé de tu relato. Ese olor a mojado que rezuma cuando llueve siempre me ha fascinado.

    Como siempre me ha gustado, volver a leerlo claro...

    Un beso.

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