domingo, 4 de enero de 2009

Tiempo

El mundo tiene prisa.
La vida es corta y única, hay que aprovecharla.
Comemos deprisa, hablamos deprisa, crecemos deprisa, olvidamos deprisa...
Todo lo queremos hacer, a todos nos da tiempo pero al precio de no hacerlo bien.
Ya no es la lucha contra el reloj de arena de la vida, es una batalla campal contra el segundero del reloj de muñeca que nos recuerda nuestra efimeridad. Esa efimerdidad que es una de las verdades que aunque presentes, nos cuesta aceptar: una verdad incómoda.
Las calles abarrotadas de gente que anda deprisa sin ver más allá de sus narices, sin escuchar más allá de sus cascos y sin detenerese a mirar lo que les rodea, sin saber apreciar las pequeñas tonterías con las que da gusto “perder” el tiempo.
Hemos tomado por costumbre acelerar nuestro ritmo hasta adaptarlo al del reloj, como un metrónomo que marca el tiempo del cual no nos podemos desviar.
No consiste en detener el tiempo, sino en detenernos nosotros.

1 comentario:

  1. ¿Somos dueños de nuestras vidas, o nuestras vidas son dueñas de nosotros?.

    Me ha gustado, que lo sepas.
    =)

    ResponderEliminar